Del 14 al 28 Noviembre de 1.995
Galería Nou-Cents, (Barcelona)
Críticas y comentarios
La búsqueda de la belleza y la austeridad
Existen artistas que son muy barrocos y complejos. Para expresar aquello en lo que creen utilizan todo tipo de recursos y medios que encuentran a su alcance. Hay otros creadores que prefieren lograr una síntesis de los mismos, eliminando todo lo superfluo y abandonando los detalles más ingenuos. A esta segunda categoría de artistas pertenece la escultora Marisa Ordóñez. Su obra muestra todas las posibilidades de expresión de la belleza, no sólo de la belleza formal exterior sino también de las aplicaciones de la belleza interior de las cosas y de las personas. Un concepto de la belleza que expresa el mejor camino que hay que seguir para conseguir encontrar el sentido de las cosas. Una explicación que no es compleja sino directa. La belleza no necesita adornos, sino que se muestra tal como es. Pero, en el caso de Marisa Ordóñez el concepto de belleza es también una actitud o estado del alma humana.
Utiliza para expresar formalmente el concepto de lo bello la figura de la mujer. Profundiza en la belleza neoclásica y renacentista de la misma. Pero no sólo se interesa por la mujer occidental o la mujer universal vista según los cánones europeos del arte. Marisa Ordóñez también esquematiza la escultura, buscando expresar con el mínimo de formas geométricas posible el contorno y la superficie de la forma, dentro de un planteamiento entre neo-cubista y neo-expresionista, a medio camino entre Picasso y Henry Moore.
En los inicios trabajaba las piezas individualmente, no incluyéndolas en series para, más tarde, plantearse auténticas series temáticas, desarrollando el concepto, dado que lo aborda desde distintos planteamientos.
Marisa Ordóñez trabaja con una gran diversidad de formatos y materiales: madera, mármol, alabastro, fundamentalmente. Prefiere los materiales naturales frente a los elaborados por el hombre o manipulados, en un afán de utilizar los instrumentos y materiales de la naturaleza.
Joan Lluís Montané
-Crítico de arte-
Presentación del catálogo Evocaciones personales
Marisa, a quien conozco desde niña, nació dotada de un alma delicada y sensible, y con carácter y tesón. Virtudes, creo, que ayudarán mucho a la artista. Y sobre todo pasión.
Materia y artista se funden, el bloque, las vetas, la dimensión tridimensional, irán sugiriendo a la artista y llevándose de la mano hasta alcanzar esa nueva criatura soñada, en una verdadera simbiosis, confusión entre artista y materia.
La estética de los grandes maestros es punto de refencia en sus obras, aunque acepte nuevos caminos y ella busque el suyo. “La belleza, la armonía, la gracia que quería Platón, también en el arte, son canon para su vida artística.
Aunque admira la belleza renacentista, quiere descubrir como otros grandes maestros la belleza en orígenes más lejanos, el arte primitivo, como podemos apreciar sobre todo en obras en madera.
En su obra vemos un equilibrio entre la fuerza y la sensualidad de las curvas y la mórbida calidad del mármol. Como mujer sensible, delicada e inmersa en el mundo, sus tallas nos hablan de autoafirmación, energía, delicadeza y personalidad de la misma mujer.
Aquella niña que hace ya años trazaba palotes y ensartaba sus primeros dibujos, realizó su sueño de la infancia, y a los que tenemos la suerte de contemplar sus creaciones nos hace también soñar rincones de quietud, belleza y nuevos caminos del arte.
JVICTORINO BERZOSA, Septiembre 1995
Columnista del diario La Región de Galicia