La serenidad de la nomenclatura de la forma cautiva al espectador en la escultura, esencialmente femenina, de Marisa Ordóñez. Una artista creadora que bucea en las interioridades del volumen para potenciar la sensualidad del entramado formal en toda su dimensión
Exhibe formas evidentes, de gran formato, que oscilan entre la sugerencia y la sensualidad del gesto, resaltando las curvas en un entorno ágil y específico, en el que el receptáculo final está basado en la circularidad de las esencias.
No hay lugar para la especulación, porque las curvas denotan un talante especial, sensible, denso, formado por expresionismos mediterráneos fundados en la ambivalencia y la complejidad de resultados final. Complejidad estructurada en torno a la figura central de la mujer.
Joan Lluís Montané De la Asociación Internacional de Críticos de Arte |